jueves, 29 de septiembre de 2011

El comodín

En una intervención de coaching grupal con jefes de grupo, la conversación giraba en  torno a la ruptura de múltiples compromisos (desde llegar tarde a una junta hasta no cumplir una fecha promesa de entrega de un reporte) de otros jefes de grupo  de otras áreas o incluso hasta sus mismos subordinados, era tal la energía en esta dirección que se arrebataban la palabra para mostrar ejemplos de que esa era la realidad de esa empresa, era tan común que ellos solo la observaban, no podían hacer nada. Entonces puse la pregunta sobre la mesa:
¿Qué sí ganas con solo observar esta “realidad”?
Se hizo el silencio, después de unos segundos incómodos, alguien pregunto:
-           ¿Cómo que qué gano? No gano nada,
-          Si ganas algo insistí, si no ganaras nada, no lo permitirías.
Entonces se hace la luz con el comentario de una de ellos, -a la que llamaré Miriam-
-          Me da el derecho de hacer lo mismo yo, sin culpa.
Cuando me retraso en un proyecto, no siento el compromiso moral de avisar sobre mi retraso, si es que esta persona no me ha avisado de sus retrasos con anterioridad; cuando se me hace tarde, no me siento mal, digo, “todos lo hacen”.
En este juego de cartas que están jugando aquí en esta empresa –les dije- lo que percibo es la acumulación de comodines para poder usarlos en el momento oportuno, ¿no será que es una convivencia pacífica con la mediocridad que sostienen para usarla como bálsamo para curar las llagas de la culpa?
No hice otra cosa que hablarles de mi mismo.
Esto sucedió ya hace algunos meses, ya había yo olvidado este pasaje de mi vida, Cuando me encontré a Miriam nuevamente, esta vez en el área del café de la misma empresa, y me dijo:
Sabes, la reflexión del comodín fue algo que tengo presente ya no solo en la empresa, sino con mi familia, me di cuenta que confundí la tolerancia con el “comodín” para el  propio beneficio de mi ego, para sentir que perdonaba cuando lo que buscaba era tener la razón para yo hacer lo mismo, gracias.
El tener nuevamente contacto con este evento y al leer el Modelo unilateral de Control, me doy cuenta que mi comentario fue hecho en torno a mi circunstancia personal, que si bien coincidió con la de Miriam, no es garantía que coincidiera con la del resto del grupo, asumí que mi punto de vista era objetivo, cuando escuché a los otros, escuché quejas, no los motores que había detrás de ellas, habría sido mejor agregar algunas preguntas antes de esa pregunta tan retadora, quizá algo en torno a ¿Qué te hace pensar que esa es la única realidad posible? ¿crees que contribuyes de alguna manera a esa realidad?
Hoy solo me resta tener presente esto para una siguiente ves, que como las olas del mar, se que llegará.

martes, 13 de septiembre de 2011

Responsabilidad Incondicional - Gotas sobre el fuego

El cierre de la clase pasada me resultó incomodo, ¿Con quien no estoy dispuesto a trabajar?...
Después este video llegó nuevamente a mí, y Kofman con el concepto de responsabilidad incondicional y el rol del protagonista hace el movimiento con el que no hay salida… Es con mi país con quien no estoy dispuesto a trabajar, porque permanezco impávido ante tanta autodestrucción; “yo no lo hago” ¿pero y eso qué?, he elegido no ser parte del problema, pero eso automáticamente me deja fuera de la solución!
Como dice Carlos Kasuga “ese pequeño pajarito, con dos gotitas pretendía apagar el fuego”…
Es mi patria, y me conmueve hasta las lágrimas ver cómo nos es arrebatada! Hoy elijo mojar mis alas y volar sobre el fuego, no porque tenga la certeza que de algo sirve mi esfuerzo, sino por gratitud a todo lo que esta tierra me ha dado, por las alegrías, los retos, la familia, los amigos y el amor.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Vulnerabilidad, una danza o una lucha?




Vulnerabilidad es una palabra que en automático cruzo mis pies al momento de escribirla. Hace casi un par de años en un taller de certificación como “coach” hicimos un ejercicio diez personas, En el cual, el facilitador del taller, seleccionaba la manera de ser que él identificaba como área de mejora para cada uno de los participantes y nos pedía en secreto que fuéramos  eso” que de alguna manera el había detectado que no era algo natural en nuestra manera de ser. Teníamos cada quien dos minutos para mostrar al grupo “eso” y una vez transcurrido este tiempo, cada miembro del grupo debía decir que era lo que “había visto/sentido” de la manera de ser del “expositor”.

En mi caso, la manera de ser asignada, fue VULNERABILIDAD y tenía que mostrarla en silencio. Me dije a mí mismo “¿Qué tipo de broma es esta? Nadie puede mostrarse vulnerable sin decir una palabra!”

Pasé del enojo al miedo después a la angustia y finalmente transcurridos los dos minutos a la frustración cuando de mis nueve compañeros no hubo uno solo que le  “atinara” a la manera de ser que tan afanosamente “traté de representar”. Cuando vi el resultado, el facilitador me dijo, guarda esa palabra para ti y busca ser “eso” por lo que resta de la certificación (tres meses) y  en el taller final, les haremos nuevamente la pregunta a tus compañeros y esa será más que tu evaluación como “coach”, el feedback de quien eres como ser humano.

Mi respiración se comenzó a agitar, mis piernas comenzaron a temblar y mis ojos a llenarse de lagrimas, tuve que recargarme en una mesa porque me sentía desfallecer.

Quizá la información no hubiera sido tan reveladora, de no haber estado en este grupo mi esposa, uno de los seres que yo suponía me conoce más que cualquiera en este mundo.

Entonces me surgió la pregunta, ¿Quién he sido yo ante el mundo para que quienes más me conocen no hayan podido verme “vulnerable” aun cuando estoy haciendo un esfuerzo para conseguirlo?

Durante los tres meses siguientes no me quedó otra opción que ir adentro, más que por la certificación, por mi propia vida. Podría extenderme ampliamente sobre los estados emocionales que crucé pero en resumen encontré que vulnerabilidad yo la asociaba con debilidad,  y que por mi historia personal, según mis creencias, ser débil no había sido una opción para sobrevivir en mi infancia.

Al ver nuevamente el video de Brown, muchas ideas y sentimientos toman su sitio, aquello que creí por momentos que solo me pasaba a mi [a) I am not this kind of people, b) I do not even hang out with any of them] fue integrándose al ver que no es así.

Ser vulnerable, es para mí una danza de todos los días, que en ocasiones se convierte en una lucha, en la que paradójicamente cuando la pierdes, ganas.

viernes, 2 de septiembre de 2011

jueves, 1 de septiembre de 2011

Integrando lo que no sabía que sabía

Concuerdo con Peter Senge al decir que este libro no es para cualquier lector, depende en gran medida del estado interior en que se encuentre quien decida leerlo. En esta era del “fast food, fast track, fast everything”, difícilmente es adoptada la idea de iniciar en el interior lo que quiero que ocurra fuera en el área empresarial, normalmente cuando se está en la carrea ascendente hacia la cúspide ejecutiva, se somete a un alto escrutinio lo que se decide “cargar”. Se busca la “píldora” que pueda ser devorada en cinco páginas y que cause un impacto inmediato en los resultados. Hace diez años comencé a dudar de la eficacia de largo plazo de este “método”;  y hace cinco años dejé de creer en él.
Al darme cuenta de que no es lo mismo saber lo que se debe hacer, que ser capaz de hacerlo, y que la determinación puede ser un arma letal al carecer de la habilidad de darse cuenta en donde es usada; comencé esa búsqueda de el origen de mis consecuencias: mis acciones, pensamientos, sentimientos consientes e inconscientes.
Es ahí donde desde hace un lustro he enfocado mis esfuerzos, y al leer prólogo de Kofman, es simplemente como ver las respuestas del crucigrama, en donde decido iniciar un nuevo juego con pluma en mano.