Aun el elogio mas impecable de acuerdo a la estructura que nos plantea Kofmann, tiene intrínseca una factura que en las letras pequeñas dice: “si quiere recibir más de esto, necesita hacer más de lo que está haciendo”.
Necesitamos estar claros que al momento de elogiar a alguien podríamos estar intentando modificar su conducta, a modo de que repita lo que reconocimos como correcto. Esto hasta cierto punto podría ser manipulación. Pudiera ser que no estuviésemos respetando radicalmente al otro como un legítimo otro (Maturana), sino como nosotros esperamos que sea.
La definición más común de apreciación es la de agradecer o hablar positivamente de algo, pero me gustaría ir más profundo en la definición. Me atrevo a decir que la gran mayoría hemos experimentado en esa sensación indescriptible que sentimos cuando nos encontramos frente a una obra de arte en cualquiera de sus formas, desde una pintura, una escultura, un a construcción, una obra de teatro o una melodía, eso que hace que digamos aprecio que alguien haya hecho esto, que alguien haya regalado esto al mundo.
Más aun, cuando nos encontramos en la casa donde nacimos o pasamos gran parte de nuestra infancia, si los recuerdo son bellos, ese lugar va creciendo en valor dentro de nuestro corazón, lo apreciamos y se va apreciando aun más conforme pasa el tiempo.
Entonces apreciación la podríamos definir como hablar positivamente de algo, agradecer algo; estar sensiblemente consciente de algo como de una obra de arte; y permitir que algo crezca en valor dentro de nosotros por el simple hecho de ser.
Es justo en esta última parte de la definición de apreciación donde el elogio queda limitado. La apreciación se basa en la decisión consciente de elegir que algo crezca en valor dentro de nosotros por el simple hecho de ser…
y eso se siente y es sentido por el otro.
Es cuestión de sintonizar con la persona y permitir que se manifieste lo que apreciamos de ella, aun sin conocerla.